Artículo publicado por Vicenç Navarro en la revista digital SISTEMA, 18 de marzo de 2011
Este artículo cuestiona la tesis de que el elevado crecimiento económico de Alemania se debe a las reformas realizadas por el gobierno Schroeder (en su programa 2010), señalando que tal crecimiento económico y bajo desempleo se basa en tres factores que apenas tienen visibilidad en los medios de información, tales como el elevado nivel de colaboración entre los equipos de gestión y los sindicatos (consecuencia del modelo de cogestión) en las empresas, el amplio desarrollo de las cajas de ahorro a nivel municipal y regional, cuyo objetivo primordial es la provisión de crédito, y el elevado crecimiento de las importaciones, por parte de los países emergentes, de los productos alemanes.
Un nuevo dogma ha aparecido en los establishments financieros, políticos y mediáticos europeos (incluidos los españoles) que sostiene que el supuesto “éxito” de la economía alemana se debe a las reformas que hizo el gobierno Schroeder hace años en su programa 2010, y que incluyeron el retraso de la edad de jubilación de los 65 a los 67 años, la dilución y debilitamiento de los beneficios laborales y sociales, la reducción de los salarios, la reducción del gasto público y otras medidas que parecen haber inspirado al gobierno Zapatero en las medidas que su gobierno ha tomado para salir de la crisis económica.
Como todo dogma, sin embargo, se reproduce a base de fe, en lugar de evidencia científica. En primer lugar, el modelo económico alemán está basado en la importancia de sus exportaciones, cuya diferencia con las importaciones representa un 7% del PIB. Alemania vende un 7% de PIB más de lo que compra, el diferencial más alto de cualquier país. Sus salarios no son bajos. El promedio en el sector exportador es de 48 dólares por hora, comparado con 32 dólares en el sector exportador en EEUU. Por cierto, los salarios tienen muy poco que ver con el éxito de las exportaciones, pues el precio de los productos exportados alemanes apenas ha variado (aunque la productividad ha crecido, sin que los salarios hayan aumentado con lo cual los beneficios han crecido enormemente a costa de los salarios).
Estas exportaciones en la manufactura no han significado una exportación de puestos de trabajo y ello como consecuencia de dos factores nunca citados en los medios neoliberales. Uno de ellos es que las empresas exportadoras tienen un compromiso con los sindicatos de que la exportación en la producción no supondrá la destrucción de los puestos de trabajo en casa. Así, Siemens, que es equivalente a General Electric en EEUU, tiene un acuerdo con el sindicato metalúrgico (IG Metall) de que no se eliminarán puestos de trabajo entre sus 128.000 empleados y trabajadores. Lo mismo han hecho BMW, Daimler y ThyssenKrupp. Todas estas compañías tienen algo en común: los sindicatos se sientan en el consejo de dirección de tales empresas (conforme a la ley de cogestión que exige en las grandes empresas que los sindicatos tengan el mismo número de asientos en los Consejos de Dirección que el equipo de gestión de la empresa). Y en muchas decisiones, los sindicatos tienen el poder de veto. La colaboración del tandem equipo de gestión-sindicatos es muy acentuada siendo los sindicatos de metal (IG Metall) los que han estado trabajando en el reciclaje y formación de trabajadores en la producción de coches eléctricos (ver los trabajos de Steven Hill sobre co-gestión en Alemania).
Como todo dogma, sin embargo, se reproduce a base de fe, en lugar de evidencia científica. En primer lugar, el modelo económico alemán está basado en la importancia de sus exportaciones, cuya diferencia con las importaciones representa un 7% del PIB. Alemania vende un 7% de PIB más de lo que compra, el diferencial más alto de cualquier país. Sus salarios no son bajos. El promedio en el sector exportador es de 48 dólares por hora, comparado con 32 dólares en el sector exportador en EEUU. Por cierto, los salarios tienen muy poco que ver con el éxito de las exportaciones, pues el precio de los productos exportados alemanes apenas ha variado (aunque la productividad ha crecido, sin que los salarios hayan aumentado con lo cual los beneficios han crecido enormemente a costa de los salarios).
Estas exportaciones en la manufactura no han significado una exportación de puestos de trabajo y ello como consecuencia de dos factores nunca citados en los medios neoliberales. Uno de ellos es que las empresas exportadoras tienen un compromiso con los sindicatos de que la exportación en la producción no supondrá la destrucción de los puestos de trabajo en casa. Así, Siemens, que es equivalente a General Electric en EEUU, tiene un acuerdo con el sindicato metalúrgico (IG Metall) de que no se eliminarán puestos de trabajo entre sus 128.000 empleados y trabajadores. Lo mismo han hecho BMW, Daimler y ThyssenKrupp. Todas estas compañías tienen algo en común: los sindicatos se sientan en el consejo de dirección de tales empresas (conforme a la ley de cogestión que exige en las grandes empresas que los sindicatos tengan el mismo número de asientos en los Consejos de Dirección que el equipo de gestión de la empresa). Y en muchas decisiones, los sindicatos tienen el poder de veto. La colaboración del tandem equipo de gestión-sindicatos es muy acentuada siendo los sindicatos de metal (IG Metall) los que han estado trabajando en el reciclaje y formación de trabajadores en la producción de coches eléctricos (ver los trabajos de Steven Hill sobre co-gestión en Alemania).
LA COGESTIÓN CONTRIBUYE AL BAJO DESEMPLEO
Esta participación de los trabajadores en la gestión de las empresas (conocido como co-gestión) tiene lugar en la gran mayoría de empresas alemanas, incluyendo las empresas de tamaño medio y pequeño (de menos de 500 trabajadores) que emplean dos tercios de los trabajadores alemanes. Un tercio de estas empresas trabajan en la manufactura, siendo muy innovadoras por su gran inversión en mejoramiento de la calidad de los productos, la mayoría de los cuales son productos intermedios. Alemania se gasta el 2.6% del PIB en investigación y desarrollo, muy superior del promedio de la UE-15, 1.9%. Alemania es el tercer país del mundo en producción de patentes. Gran número de estas patentes surgen de las medianas y pequeñas empresas que representan el 96% de todas las empresas alemanas. Es interesante señalar que esta descentralización de las empresas fue impuesta por los aliados que ocuparon Alemania después de la II Guerra Mundial, al querer romper con la centralización económica que había ocurrido durante la Alemania Nazi, creando un enorme grupo de poder que los aliados querían romper. Una situación semejante, por cierto, ocurrió en Japón, cuando paradójicamente el General MacArthur, jefe de las fuerzas de ocupación estadounidenses, impuso una reforma agraria como medida de romper la oligarquía terrateniente japonesa.
Por otra parte, la Alemania dividida estaba en el centro de la Guerra Fría. Al Este estaban los regímenes comunistas cuyo discurso y narrativa representaba en teoría, el dominio de la clase trabajadora sobre el estado. Y, aunque la realidad era muy distinta, el mundo occidental liderado por EEUU se vio forzado a contraponer al modelo comunista, el llamado Modelo de Economía Social, en el que los trabajadores participarían en la co-gestión de las empresas. Éste fue el origen de tal modelo. En las empresas mayores de 2.000 empleados, los trabajadores eligen la mitad del Comité de Dirección de la empresa. Las pequeñas y medianas empresas eligen un tercio de tal comité. Pero además de ello, existen en todos los lugares de trabajo, los Consejos Consultivos de los trabajadores, que deben ser consultados en gran número de decisiones que afectan al futuro de la empresa y a las condiciones de trabajo, teniendo poder de veto en decisiones claves.
Estudios realizados en Suecia y en Alemania muestran que este grado de colaboración empresa-mundo del trabajo es muy beneficioso para la empresa y también para los trabajadores. Naturalmente que este grado de participación requiere una actitud empresarial muy distinta a la española donde el empresario se caracteriza por su dureza como lo muestra, hasta ahora, el énfasis de sus organizaciones en intentar resolver el desempleo a base de despedir más fácilmente a los trabajadores. En Alemania, los empresarios retienen a los trabajadores, en lugar de despedirlos, siendo el seguro de desempleo el que cubre las horas no trabajadas dentro del empleo. Millones de trabajadores están en tiempo de trabajo más reducido del normal, siendo el seguro el que paga la diferencia para que el trabajador continúe sus ingresos, cumpliendo el tiempo reducido. De ahí el bajo desempleo en Alemania.
Esta participación de los trabajadores en la gestión de las empresas (conocido como co-gestión) tiene lugar en la gran mayoría de empresas alemanas, incluyendo las empresas de tamaño medio y pequeño (de menos de 500 trabajadores) que emplean dos tercios de los trabajadores alemanes. Un tercio de estas empresas trabajan en la manufactura, siendo muy innovadoras por su gran inversión en mejoramiento de la calidad de los productos, la mayoría de los cuales son productos intermedios. Alemania se gasta el 2.6% del PIB en investigación y desarrollo, muy superior del promedio de la UE-15, 1.9%. Alemania es el tercer país del mundo en producción de patentes. Gran número de estas patentes surgen de las medianas y pequeñas empresas que representan el 96% de todas las empresas alemanas. Es interesante señalar que esta descentralización de las empresas fue impuesta por los aliados que ocuparon Alemania después de la II Guerra Mundial, al querer romper con la centralización económica que había ocurrido durante la Alemania Nazi, creando un enorme grupo de poder que los aliados querían romper. Una situación semejante, por cierto, ocurrió en Japón, cuando paradójicamente el General MacArthur, jefe de las fuerzas de ocupación estadounidenses, impuso una reforma agraria como medida de romper la oligarquía terrateniente japonesa.
Por otra parte, la Alemania dividida estaba en el centro de la Guerra Fría. Al Este estaban los regímenes comunistas cuyo discurso y narrativa representaba en teoría, el dominio de la clase trabajadora sobre el estado. Y, aunque la realidad era muy distinta, el mundo occidental liderado por EEUU se vio forzado a contraponer al modelo comunista, el llamado Modelo de Economía Social, en el que los trabajadores participarían en la co-gestión de las empresas. Éste fue el origen de tal modelo. En las empresas mayores de 2.000 empleados, los trabajadores eligen la mitad del Comité de Dirección de la empresa. Las pequeñas y medianas empresas eligen un tercio de tal comité. Pero además de ello, existen en todos los lugares de trabajo, los Consejos Consultivos de los trabajadores, que deben ser consultados en gran número de decisiones que afectan al futuro de la empresa y a las condiciones de trabajo, teniendo poder de veto en decisiones claves.
Estudios realizados en Suecia y en Alemania muestran que este grado de colaboración empresa-mundo del trabajo es muy beneficioso para la empresa y también para los trabajadores. Naturalmente que este grado de participación requiere una actitud empresarial muy distinta a la española donde el empresario se caracteriza por su dureza como lo muestra, hasta ahora, el énfasis de sus organizaciones en intentar resolver el desempleo a base de despedir más fácilmente a los trabajadores. En Alemania, los empresarios retienen a los trabajadores, en lugar de despedirlos, siendo el seguro de desempleo el que cubre las horas no trabajadas dentro del empleo. Millones de trabajadores están en tiempo de trabajo más reducido del normal, siendo el seguro el que paga la diferencia para que el trabajador continúe sus ingresos, cumpliendo el tiempo reducido. De ahí el bajo desempleo en Alemania.
LAS CAJAS REGIONALES
El segundo factor que explica el éxito del modelo alemán es la estructura del sistema financiero que depende mucho en Alemania de un sistema de cajas de ahorros locales que por tradición y legislación se centran en las regiones y länders donde están ubicadas. Estas cajas de ahorro juegan un papel clave en ofrecer crédito a pequeños y medianos empresarios de su región, impidiéndoles que funcionen como bancos con capitalización externa (precisamente lo opuesto a lo que está haciendo el gobierno Zapatero). Estas cajas de ahorro son, en ocasiones, públicas, propiedad de los municipios. Estas cajas de ahorro han sido claves en sostener empresas intermedias locales y regionales, y su comportamiento distinto al de la banca (que tiene como objetivo optimizar la tasa de beneficios) ha sido clave para mantener una economía regional vibrante, creadora de empleo.
Y una tercera causa del éxito alemán es que las exportaciones alemanas se basan en el enorme crecimiento económico de China (un 9%) y de India (6%) y de sus importaciones de productos alemanes. Poco tiene, pues, que ver con las reformas Schroeder.
En España, mostrando el dominio de la cultura conservadora, la salida de la crisis se está tomando en términos que culpabilizan al trabajador de la crisis. Y así nos va. Creerse que a base de reducir los salarios y el gasto público saldremos de la crisis es un profundo error que está llevando a la economía española a una situación de retroceso. Nunca antes la sabiduría convencional económica había estado tan equivocada como ahora. El capital financiero, liderado por el Banco de España, y sus instrumentos intelectuales como Fedea, financiada por la banca, está dominando la cultura económica del país, con un coste humano enorme. Como he mostrado en mis artículos “La banca y el mundo académico” y “la banca, Fedea y la cultura económica dominante”, ambas en mi blog www.vnavarro.org, la excesiva influencia del capital financiero en configurar la cultura y la política económica de España están dañando enormemente el bienestar de las clases populares en España.
El segundo factor que explica el éxito del modelo alemán es la estructura del sistema financiero que depende mucho en Alemania de un sistema de cajas de ahorros locales que por tradición y legislación se centran en las regiones y länders donde están ubicadas. Estas cajas de ahorro juegan un papel clave en ofrecer crédito a pequeños y medianos empresarios de su región, impidiéndoles que funcionen como bancos con capitalización externa (precisamente lo opuesto a lo que está haciendo el gobierno Zapatero). Estas cajas de ahorro son, en ocasiones, públicas, propiedad de los municipios. Estas cajas de ahorro han sido claves en sostener empresas intermedias locales y regionales, y su comportamiento distinto al de la banca (que tiene como objetivo optimizar la tasa de beneficios) ha sido clave para mantener una economía regional vibrante, creadora de empleo.
Y una tercera causa del éxito alemán es que las exportaciones alemanas se basan en el enorme crecimiento económico de China (un 9%) y de India (6%) y de sus importaciones de productos alemanes. Poco tiene, pues, que ver con las reformas Schroeder.
En España, mostrando el dominio de la cultura conservadora, la salida de la crisis se está tomando en términos que culpabilizan al trabajador de la crisis. Y así nos va. Creerse que a base de reducir los salarios y el gasto público saldremos de la crisis es un profundo error que está llevando a la economía española a una situación de retroceso. Nunca antes la sabiduría convencional económica había estado tan equivocada como ahora. El capital financiero, liderado por el Banco de España, y sus instrumentos intelectuales como Fedea, financiada por la banca, está dominando la cultura económica del país, con un coste humano enorme. Como he mostrado en mis artículos “La banca y el mundo académico” y “la banca, Fedea y la cultura económica dominante”, ambas en mi blog www.vnavarro.org, la excesiva influencia del capital financiero en configurar la cultura y la política económica de España están dañando enormemente el bienestar de las clases populares en España.
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