jueves, 28 de junio de 2012

Un mal rescate que nos empujará al abismo

Juan Torres López
Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla
Todos sus artículos se pueden ver en: http://juantorreslopez.com/
Publicado en Público.es el 27 de junio de 2012


Por fin se produjo lo que Rajoy, como otras tantas cosas que ha negado, aseguró que nunca se produciría. En una carta, por cierto, plagada de faltas y con redacción deplorable, España se entrega  una vez más a los poderes financieros y se somete a un designio que inmola los intereses nacionales en aras de los mismos grandes banqueros que han provocado el daño que sufrimos.
Lo que Rajoy y sus ministros negaban que se fuese a dar, lo habíamos anticipado con precisión Vicenç Navarro, Alberto Garzón y yo en nuestro libro Lo que España necesita. Una réplica con propuestas alternativas a la política de recortes del PP que ya está en librerías publicado por Deusto Ediciones. En su página 96 escribimos: “En esta situación a los bancos acreedores, principalmente alemanes, lo único que les interesa es salvar sus muebles, es decir, que se garantice que los bancos españoles van a pagar su deuda con ellos. Por eso, con el apoyo de sus gobiernos, presionan al español para que tome medidas que garanticen el saneamiento de sus balances  y el pago de la deuda. Y no les importa que dándole prioridad a esto se deteriore cada día más la economía porque esa es la excusa perfecta que tendrían para intervenir y ‘rescatar’ a España, es decir, para obligarla a suscribir préstamos cuantiosos que se dedicaría directamente a refinanciar a los bancos españoles para que estos devolvieran a su vez la deuda a sus acreedores.”
Da hasta vergüenza escribir de nuevo para adelantar –como venimos haciendo muchos economistas críticos desde hace años– lo que va a ocurrir en los próximos meses, pero es que no resulta difícil preverlo y es preciso combatir como sea la mentira continua de nuestros gobernantes. Ya se han “rescatado” de esta forma a otros países y en otros lugares, así que sabemos casi a ciencia cierta lo que nos va a ocurrir a nosotros cuando se nos aplique el mismo protocolo.
Lo primero que sabemos es que no nos entregamos a almas beatíficas, que sepan cuál es la cura que precisan nuestros males y que tengan los medios para evitarlos, como nos hacen creer. Las autoridades a las que recurrimos para que nos salven son las que han tomado las decisiones que nos han llevado a la situación en las que estamos y las que se muestran totalmente incompetentes e incapaces de sacar a los países europeos de la crisis. Son las que miraron a otro lado cuando los bancos alemanes y europeos en general financiaban la burbuja y cuando cargaban sus balances de basura financiera, provocando así que se hundieran las economías. Y son las que llevan ya dedicados varios billones de euros a salvarlos sin conseguir, sin embargo, que vuelvan a financiar la actividad y el empleo, que es lo que deberían haber conseguido para que la economía vuelva a ponerse en marcha. Nos ponemos, pues, en manos de incompetentes que vienen tomando decisiones en virtud de un fundamentalismo ideológico que en lugar de salvar a otros países los ha hundido aún más después de rescatarlos. Así que es demasiado ingenuo, o una verdadera locura, creer que cuando lo hagan con nosotros van a tener un súbito ataque de sabiduría y lucidez que los lleve a tomar las decisiones correctas que no han sabido adoptar hasta ahora con ningún otro país.
Sabemos que este rescate es, en todo caso, un rescate de los bancos y que ni siquiera eso va a funcionar bien. El rescate que se prepara no va a resolver los problemas del sector bancario porque se adopta sin haberse atrevido a poner en negro sobre blanco la verdadera situación patrimonial de cada uno de ellos, para evitar así el escándalo de mostrar las barbaridades que han cometido los banqueros españoles (y alemanes, no lo olvidemos) a costa de hundir a la economía. No va a funcionar y no va a servir para tranquilizar a los mercados, por utilizar la expresión con la que se refieren a los inversores especulativos que hacen el agosto por anticipado con la incertidumbre, y la prima de riesgo seguirá desbocada porque nadie se cree los resultados de las auditorías privadas que se han realizado para justificar la petición de rescate. Sus estimaciones se basan en el diseño sin fundamento científico alguno de escenarios que nunca han acertado a prever y se refieren al sistema en su totalidad y no en concreto a las entidades que necesitan más o menos capital, que hubiera sido lo necesario. El rescate de la banca que se prepara tampoco salva al sector financiero español como tal, porque este tipo de operaciones no se hace para lograr que vuelva a fluir el crédito, que es lo que hace un sistema sano, sino para recapitalizar discrecionalmente a las entidades y ayudarles a que mejoren sus cuentas de resultados, que es otra cosa. Así que el rescate no va a restaurar la solidez del sector, ni salvará a la banca en general o a todas las entidades que lo conforman, sino que solo conseguirá poner en bandeja de las grandes el resto del mercado.
Este rescate, por supuesto, no salva a la economía española sino que la hundirá más por varias razones. Porque va a ir de la mano de condiciones que van a agudizar la parálisis de la actividad, toda vez que no rompen con la tónica de austeridad y descapitalización pública que vienen provocándola. Porque no contempla los males de fondo que han producido el deterioro estructural de nuestra economía: la especialización perversa; la desigualdad; la venta a mal precio de activos vinculados a nuestro mercado interno y la pérdida de fuentes de ingresos endógenos; la disminución de capacidad adquisitiva de asalariados, de trabajadores autónomos y de pequeños y medianos empresarios; el mal funcionamiento de nuestra administración pública y el gasto innecesario y la corrupción de muchos de nuestros administradores y grandes empresarios; el fraude y la inequidad fiscal y la carencia de políticas redistributivas potentes que ayuden, como en los países más avanzados, a que la actividad sea más sostenible económica, ecológica y socialmente y más competitiva… Y, porque, en lugar de reforzar las necesarias fuentes de valor que se necesitan para que una economía progrese con bienestar (conocimiento, innovación, espíritu empresarial, sinergias y creación de redes…) las va a destruir para muchos años.
Y el rescate no va a permitirnos salir adelante porque tampoco aborda el daño que hace a nuestra economía la pertenencia a una unión monetaria mal diseñada, sin resortes de reequilibrio y sin las instituciones que la teoría económica más elemental nos ha enseñado que debe poseer para no ser un mecanismo endiablado de generación de inestabilidad, de desigualdad y de problemas de eficiencia de todo tipo.
Sin abordar estos asuntos, e incidiendo en los que, por el contrario, ahondan en nuestras carencias, podemos predecir que la economía española va a ir a peor inmediatamente después que se ponga en marcha este rescate. Un rescate a costa de todos los ciudadanos que puede dar un respiro a algunos grandes banqueros, que tendrán más cerca quedarse con todo el mercado, pero que nos pondrá directamente en la antesala de otro nuevo, ya de toda la economía y que igualmente podemos anticipar que tampoco servirá para nada, porque es imposible que España pague la deuda acumulada y la que se va a ir añadiendo cada vez más vertiginosamente, como tampoco la van a poder pagar los demás países europeos.
Nuestros gobernantes se empeñan inútilmente en cuadrar el círculo y así nos han introducido en una espiral trampa de la que ya solo se puede salir cortando por lo sano. Es materialmente imposible hacer frente a la deuda del modo en que quieren hacerlo las autoridades europeos y el gobierno español, suponiendo que este sepa lo que quiere. Las políticas europeas contra el déficit no alivian la deuda sino que son su fuente de crecimiento inagotable. Y ocultan que la deuda no solo tiene causas sino también propósitos: la esclavitud de los pueblos y el mayor negocio de los banqueros. Las políticas y rescates, como el de ahora a España, que dicen que se adoptan para disminuirla simplemente la aumentan y nos sitúan en la antesala de medidas aún más drásticas para avanzar hacia lo que de verdad van buscando: imponer un nuevo modelo que les proporcione beneficios a base de empobrecer a la población para competir a la baja con el resto del mundo, eliminando para ello todo resto de estado de bienestar y de justicia fiscal o económica.
El tiempo se encargará, más pronto que tarde, de señalar de nuevo quién lleva razón y quién no.

jueves, 21 de junio de 2012

La banca alemana, beneficiaria del “rescate” español

Vicenç Navarro
Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University
Una de las causas de la crisis actual en España es la explosión de la burbuja inmobiliaria. El maridaje entre el capital financiero (banca, cajas de ahorro, compañías de seguros y otras instituciones financieras) y el sector inmobiliario creó tal burbuja. En los últimos diez años se construyeron más viviendas en nuestro país que en el conjunto de Francia, Gran Bretaña y Alemania. Y a pesar de esta enorme construcción que supuso casi el 9% del PIB español, los precios se dispararon el 150%, subiendo mucho más rápidamente que los salarios, y ello como resultado de una abusiva especulación. No hay duda de que la banca, las cajas, el Banco de España y las autoridades públicas, tanto españolas, como europeas, eran conscientes de ello. Bastaba con ver un gráfico en el que se comparara la evolución de los precios de la vivienda y de los salarios (la gran mayoría de compradores de vivienda derivan su dinero de las rentas del trabajo), para ver que los primeros crecían mucho más rápidamente que los segundos. La distancia entre los dos precios se intentaba llenar con crédito. Y de ahí el enorme endeudamiento de las familias.
Todo esto era predecible. Y podría haberse visto venir y podría haberse evitado. Pero ni el Banco de España (a pesar del aviso de los técnicos de tal institución), ni el Estado español tomaron ninguna medida. Llevaba razón la Canciller alemana, Angela Merkel, cuando indicaba recientemente que las autoridades españolas habían actuado de una manera irresponsable en los diez últimos años al no haber prevenido la burbuja inmobiliaria basada en mera especulación, y su explosión.
Ahora bien, a Merkel se le olvidó un detalle clave, olvido que le permitió no incluir al gobierno y a la banca alemana en esta crítica de lo que pasó en España. Y el olvido es que la banca alemana jugó un papel determinante en esta explosión inmobiliaria. Gran parte del dinero que alimentaba la explosión inmobiliaria procedía de la banca alemana. En realidad, la explosión de la burbuja inmobiliaria ocurrió cuando la banca alemana interrumpió el crédito a la banca y cajas de ahorro españolas, consecuencia de que la banca alemana atemorizada por su contaminación con productos financieros tóxicos procedentes de la banca estadounidense, paralizó todo flujo de crédito. Y ahí fue cuando el crédito financiero se interrumpió y la burbuja inmobiliaria española explotó creando el enorme parón de la actividad económica y la caída en picado de los ingresos al Estado (tanto central, como autonómico) que creó el déficit público del Estado. Este déficit no lo creó el crecimiento del gasto público, sino el descenso de los ingresos al Estado. En realidad, cuando se inició la crisis, en el año 2007, el Estado español tenía superávit. El déficit público en España no es la causa de la crisis, como Rajoy está diciendo, sino que es al revés, el déficit público es la consecuencia del escaso crecimiento económico y escasos ingresos al Estado.
Todas las medidas de austeridad, recortes incluidos (que representan el ataque más frontal al escasamente financiado Estado del Bienestar en España), están encaminadas a pagar la deuda a los bancos alemanes y de otros países (Francia, Gran Bretaña y Bélgica), los cuales habían conseguido pingües beneficios durante la burbuja inmobiliaria, pingües beneficios que continúan. En realidad, la crisis bancaria de los países periféricos (España, Grecia, Portugal e Irlanda) le está yendo muy bien a la banca alemana, pues hay un flujo de capital (es decir, dinero) de estos países, que huyen de la crisis, hacia el centro, y muy en particular, Alemania. Y los datos hablan por sí solos. Según Josef Ackermann, presidente del Deutsche Bank, los beneficios de tal banco alcanzaron la friolera cantidad de 8.000 millones de euros en el año 2011 (con 8 millones de euros en bonificaciones a tal señor). En realidad, mientras el desempleo alcanzaba cifras más que alarmantes en España (y otros países periféricos), el 50% de la juventud está desempleada, y la sanidad y la educación sufre recortes brutales (y no hay otra manera de decirlo), los beneficios del Deutsche Bank subieron un 67% en tres años (2009-2011), tal como señala Conn Hallinan en la revista CounterPunch (15.06.12) (“Greed and the Pain in Spain”).
Todos los datos muestran claramente que la banca alemana se benefició enormemente de la burbuja inmobiliaria española (y también irlandesa), así como de la crisis financiera de los países periféricos. Los enormes sacrificios de las clases populares se imponen a España y a los otros países periféricos para que se pueda pagar a la banca alemana (entre otros países). Y el famoso rescate financiero de 100.000 millones de euros tiene como objetivo salvar a la banca española, no para garantizar el crédito, que ni está ni se le espera, sino para que pueda pagar sus deudas, también a la banca alemana. Y el instrumento que la banca alemana utiliza para imponer sus políticas es el Banco Central Europeo, que como he indicado en varias ocasiones (ver sección Política Económica en mi blog www.vnavarro.org, no es un Banco Central, sino un lobby de la banca alemana y del Banco Central Alemán, el Bundesbank.
El rescate financiero es la última de muchas otras intervenciones que los economistas de la Comisión Europea, al servicio del sistema financiero europeo, liderado por la banca alemana, están imponiendo a España. Como bien ha dicho el Ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schaube (contraviniendo a Rajoy), el rescate financiero implicará una supervisión directa por parte del Banco Central Europeo, de la Comisión Europea y del Fondo Monetario Internacional, de las reformas financieras, así como de las políticas fiscales y macroeconómicas españolas, convirtiendo así a España en una colonia alemana. Y todo ello con la colaboración del gobierno conservador “súper patriota” español.
¿Y por qué tal gobierno colabora con estas políticas que significan una pérdida clara de soberanía? Y la respuesta es clara. Porque utiliza este mandato exterior (argumentando que no hay alternativas) para conseguir lo que siempre ha deseado la derecha en España, es decir, debilitar el mundo del trabajo y privatizar el Estado del Bienestar. Tal gobierno coincide con el objetivo del rescate que queda muy bien definido por las declaraciones del presidente del Banco Central Alemán, Jens Weidmann, quien en dichas declaraciones en El País no puede ser más claro cuando indicó que las reformas deberían acentuar más las reformas laborales (que quiere decir bajar los salarios) y la privatización de servicios (que quiere decir el desmantelamiento del Estado del Bienestar). Así de claro.
Publicado en diario Público el 21/06/2012.

miércoles, 13 de junio de 2012


La última jugada del poder neoliberal es la pretensión de obligar a los ciudadanos a que contraten planes de pensiones privados, por la imposibilidad de vivir con las pensiones públicas que quedaran.

Este mensaje no solo está envenenado por su origen, sino por su realidad, los planes de pensiones tienen una rentabilidad, CUANDO LA TIENEN, irrisoria, se puede citar el nombre de muchas personas que cuando han querido rescatarlo han cobrado menos de lo que habían aportado.

Así que en esta ocasión no vamos a dar ningún consejo, pero sí vamos a pedir un favor:
Si encuentran un rentable, por favor, avisen.

lunes, 11 de junio de 2012

Encarnado


 El Rey coincide con Botín en Brasil, el encuentro ha despertado el interés de los medios, pero no por lo que hayan podido despachar. 
Recomendamos buscar comentarios en la prensa española, especialmente en la que llega cada día a las oficinas del Banco de Santander.