Artículo de Julián Casanova en EL PAÍS, 30/05/2011
El ideal de objetividad, el compromiso con la verdad, fue la roca sobre la que se constituyó la profesión histórica desde mediados del siglo XIX. De acuerdo con esos principios, el papel del historiador objetivo nunca debería degenerar en el de abogado o en el de propagandista. Alejado del partidismo y la parcialidad, la principal y primera guía del historiador debería ser un compromiso con la realidad del pasado.
Resulta curioso que los miembros de la Real Academia de la Historia, supuestos guardianes de las esencias de la profesión, ignoren esos principios y acaben poniendo la ideología y sus influencias políticas al servicio de la historia. Eso es lo que hacen, como mínimo, en las biografías dedicadas a algunos personajes del siglo XX en el Diccionario Biográfico Español que presentaron el pasado jueves.
Resulta difícil imaginar que los historiadores universitarios alemanes aceptaran como argumentos válidos una apología de Hitler. O que la Academia Británica pidiera a un negacionista el análisis del Holocausto. En España, sin embargo, la Real Academia de la Historia encarga la voz dedicada a Franco a su académico Luis Suárez Fernández, un historiador medievalista vinculado a la Fundación Francisco Franco, que tiene como fin, según se lee en su página web, "difundir el conocimiento de la figura de Francisco Franco en sus dimensiones humanas, política y militar, así como de los logros y realizaciones llevadas a cabo por su régimen". Más equidad y juicio justo de la historia, imposible.
Franco estableció un Estado represivo sobre las cenizas de la Guerra Civil, persiguió sin respiro a sus oponentes y administró un cruel y amargo castigo a los vencidos hasta el final. En su larga y sangrienta dictadura reside la gran excepcionalidad de la historia de España del siglo XX, si se compara con los otros países europeos occidentales. La violencia se convirtió en una parte integral de la dictadura franquista, que inició su recorrido con una toma del poder por las armas.
Nos ha costado mucho desmontar los mitos que sus apologetas y seguidores construyeron y divulgaron en torno al dictador. Años de investigaciones rigurosas, con historiadores reconocidos en todo el mundo por sus escritos y enseñanzas sobre nuestra historia contemporánea. Hemos tratado de que esos nuevos conocimientos sobre la guerra civil y la dictadura franquista lleguen a las aulas, se difundan en libros en las mejores editoriales. Pero nada de eso preocupa a la Real Academia de la Historia. Volvemos al mito: Franco libró a España del comunismo, evitó que España entrara en la Segunda Guerra Mundial, fue el artífice de una paz duradera y generosa y consagró su vida a la tarea de regir y gobernar al pueblo español con criterios justos. Y ahí estamos, casi cuarenta años después de su muerte.
Julián Casanova es catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario